martes, 30 de junio de 2009

... skeletal reunion...



Después de meses de inasistencia, hoy decidí regresar a una de las actividades que más me gustaban hace 5 años.. Yogaa!. Si, es increíble, pero en mis comienzos asistía con mi mamá al Parque del Este con nuestro profesor Pedro, que es lo máximo, sábados en la mañana detrás de la concha acústica, a la sombra de las palmeras y todos felices de ir, pero un evento familiar muy fuerte impidió que siguieramos asistiendo. Después, asistí a un grupo ( que no nombraré) en el que era un dolor ir, te exigían hacer las posturas a la perfección y recuerdo que el profesor presionó tan fuerte mi columna (haciendo el cocodrilo) que sentí un dolor horrible y decidi no seguir asistiendo, ¿para qué? una clase de Yoga es para liberarte, desestresarte, sentir que tu cuerpo es flexible, que tu mente controla todo, que no tienes que competir con nadie, que le das un cariño a tu cuerpo (que bastante ha hecho en el día por uno) y que al respirar tus organos, músculos y huesos, están simplemente en armonía... para mi, el yoga no es ese régimen militar en el que me había metidoi. En fin, hace unos 4 meses asistimos mi mamá y yo, a un grupo muy agradable, pero que no iba acorde al nivel que ya teníamos, hasta nos querían poner a bailar una danza que mas bien me daba risa, mi m amá creia que estaba bailando reggaeton y yo más perdida que el hijo de Limber!!! y sin olvidar, la venta de jabones de avena... no entendí.

Hoy fue diferente... llegué y había un grupo enorme de gente, de todas las edades, ambos sexos y con alfombras del color y estampado del que te provoque, ¡ lo mejor de todo! , habían cornetas para escuchar al instructor (quien estaba en una mini.tarima) y lo que más me gustó, se sentía en el ambiente una libertad increíble, a pesar de estar en una de las zonas mas concurridas de Caracas. Todo el que llegaba, buscaba un espacio entre la gente extendía su manta, toalla, etc y ahí se quedaba, se quitaba los zapatos, ponía en mute el celular y viendo hacia donde quisiese, practicaba las asanas que nos enseñara el instructor. Había tanta paz que por primera vez, en una clase de yoga entré en contacto real con mi cuerpo, que impresionante, si perdía el equilibrio le decía "tranquilo que ahí vamos", sufri varios calambres en los pies y pude escuchar un sonido en mi columna, esto lo tomé como una señal de que mi cuerpo necesita que yo lo atienda, que lo escuche, porque así como yo le exijo debería dedicarle un tiempo especial a él. Fue muy grato ver ardillas corriendo entre el grupo y gente que sonreía al no poder llegar a una postura difícil, mucho mucho relax.
Sin duda alguna seguiré asistiendo!

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